Por redacción
El radicalismo mendocino atraviesa su interna más tensa en años. La reciente fractura entre el sector que responde al gobernador Alfredo Cornejo y el que encabeza el ministro de Defensa de Javier Milei, Luis Petri, no sólo expone una puja por candidaturas de corto plazo: también refleja un choque generacional profundo sobre el futuro del partido, su relación con La Libertad Avanza (LLA) y la defensa del modelo económico que históricamente sostuvo Mendoza.
Por un lado, la “vieja guardia” radical, liderada por Cornejo, intendentes, legisladores y hombres de estado que mantiene una presencia en la UCR incluso sin cargos, resiste un avance sin condiciones del mileísmo en la estructura partidaria. Este sector rechaza la intención de Petri de imponer nombres y alianzas «por afuera» de la Carta Orgánica de la UCR; también observa con creciente preocupación el rumbo económico nacional.
La economía.
Fuentes del radicalismo provincial señalan que la dolarización encubierta que promueve Milei, con un dólar barato, amenaza pilares de la economía mendocina: el vino, el turismo y el petróleo. “Si la paridad cambiaria sigue retrasándose y el mercado interno se sigue deprimiendo, nuestras exportaciones pierden competitividad y el turismo interno cae a pique. Es la tormenta perfecta para Mendoza”, deslizó un importante legislador radical, que pidió reserva de su nombre.
Este malestar no es menor: tanto el sector vitivinícola, como el turístico y el energético tiene un peso importante en el PBI provincial, pero también en el simbólico y social. Mendoza ya sufrió en otras épocas los efectos de una moneda fuerte que tornó costosos sus productos y servicios turísticos para el resto del país. Las cámaras empresarias del vino y la Federación Económica local han hecho llegar estos planteos al gobierno provincial y a la Casa Rosada, aunque sin respuestas hasta ahora.
Pero mientras este núcleo tradicional insiste en preservar el modelo de un Estado provincial “inteligente”, apostando a infraestructura, promoción del desarrollo productivo y rol regulador en la economía, una nueva generación de dirigentes radicales parece seducida por la centralidad política de Milei, su discurso antipolítica y su impronta disruptiva.
¿Alcanza con un apellido?
En este último espacio aparece con fuerza el nombre de Luis Petri, quien tras su alianza con Patricia Bullrich y su actual cargo en el gabinete nacional apuesta a liderar un armado propio en Mendoza, bajo el sello «Mendocinos por el Futuro». Sin embargo, su juego es personalista: no tiene estructura territorial sólida, apela a su imagen pública y hasta incorporó a su hermana Griselda como figura emergente, pese a su desconocimiento masivo.
El gesto de Petri de montar actos paralelos al Congreso de la UCR —y de proponer una comisión de solo cuatro personas para definir candidaturas— fue leído por los cornejistas como un intento de vaciar el partido desde adentro y reorientarlo hacia La Libertad Avanza. “Quiere transformar al radicalismo en un satélite libertario”, disparó sin vueltas un intendente del oficialismo provincial.
El desafío correligionario.
Sin embargo, esta avanzada libertaria interna no es total. Un actor clave en este equilibrio es Ulpiano Suarez, intendente de la Ciudad de Mendoza. De perfil moderado, gestor eficiente y con llegada a sectores diversos, Suarez encarna una alternativa de renovación sin ruptura: continuidad radical con modernización, pero sin saltar al vacío mileísta. Él mismo lo dejó claro días atrás: “A mí no me van a pintar de violeta”, en alusión al color del partido de Milei.
En diálogo con medios locales, allegados a Suarez afirman que su apuesta es consolidar el modelo de gestión que aplicó en la capital provincial, modernización de servicios, seguridad inteligente, orden fiscal, como base para disputar la sucesión de Cornejo en 2027. Su estrategia: representar la “tercera vía” dentro de la UCR, entre la ortodoxia partidaria y el salto libertario.
Ulpiano Suarex enfrenta el desafío de liderar un proceso de renovación, atendiendo a las nuevas formas de la política e inquietudes de la ciudadanía, sin renegar de la vasta tradición radical”.
Futuro abierto.
La definición de esta puja excede la coyuntura de las candidaturas para octubre. La disyuntiva de fondo es qué radicalismo sobrevivirá en Mendoza: uno que negocie desde la fuerza institucional con Milei sin diluir su identidad, o uno que, como propone Petri, renuncie a sus banderas históricas para ser parte subordinada del experimento libertario.
El resultado de esta interna también determinará la relación de Mendoza con la política económica nacional. Si triunfa el ala cornejista-suarecista, es probable que la provincia busque sostener su estrategia de desarrollo propio, con fuerte intervención estatal en infraestructura, turismo y energía. Si avanza el modelo Petri-Milei, Mendoza podría convertirse en un laboratorio de las políticas ultraliberales que ya impactan en la macroeconomía nacional.
Por ahora, la «vieja guardia» se planta con lo que es principal capital: la experiencia y la capacidad de prever los escenario, saben hacer política sin improvisar. Pero la seducción mileísta es fuerte entre una generación joven de radicales, muchos sin cargos y sin peso en la estructura partidaria, también algunos desplazados.
El desenlace de esta disputa marcará no sólo el futuro de la UCR mendocina, sino también su capacidad de incidir en un modelo de país que, para bien o para mal, se está redefiniendo desde la Casa Rosada. Y en esa redefinición, Mendoza, con su economía abierta, exportadora y dependiente de mercados internos, no puede darse el lujo de quedar atrapada entre dos proyectos incompatibles.