“Los campos de Ucrania huelen a sangre, humo y cala”, podría describir cualquier observador presente en Ucrania. Imágenes dignas de una película post apocalíptica.

A prácticamente dos años y medio de comenzada la guerra el espíritu patriótico se ha diluido. La destrucción de las ciudades, más de 15 mil civiles y varias docenas de miles de militares muertos han sido un baño de realidad.

La economía ucraniana está devastada. Su principal actividad está ligada a las exportaciones de commodities agrarios. Tambien perdió la salida al Mar Negro desde donde partía el 50% de su comercio exterior, antes de la guerra.

La ayuda, que promocionan los países europeos y de la órbita norteamericana, no está destinada a los ciudadanos de a pie. Como se puede presumir, la escasez de alimentos e insumos para la vida cotidiana es dramática. Finalmente, la aviación rusa ha reducido a un 30% el suministro eléctrico del país.

Ajuste Bélico.

Zelensky ha impulsado una política de ajuste fiscal contra la población civil, que contrasta fuertemente con las millonarias licitaciones militares, teñidas de hechos de corrupción y enriquecimiento personal de altos funcionarios.

La consecuencia es un fuerte deterioro en la retaguardia, donde la resistencia a ser reclutado por los jóvenes promete serios problemas en las ciudades.

Las deserciones en el ejercicio y los intentos por escapar del país no solo van en ascenso, también se han transformado en un nuevo mercado dominado por las mafias polaca y rumana.

Vivir en Ucrania se ha vuelto inviable y la población civil reclama el fin de la guerra, incluso si eso significa ceder parte del territorio reclamado.

Ucrania víctima de la OTAN.

Zelenky no quiere la guerra y Vladimir Putin tampoco. Ucrania quedó presa de los intereses norteamericanos y británicos que prefieren miles de muertes a que Vladimir Putin resuelva el conflicto y por lo tanto el drenaje de recursos.

El periódico especializado New York Times difundió un principio de acuerdo de Paz entre Rusia y Ucrania. Este, con fecha 15 de abril de 2022, no fue suscrito por la impugnación del Reino Unido, bajo la presidencia de Borin Johnson. Esta versión fue ratificada por el diputado Ucraniano David Arajamia.

El punto en discordia no tiene nada que ver con los límites fronterizos, es decir por las razones del conflicto armado. Por el contrario, la impugnación del Reino Unido tiene que ver con el compromiso que asume Ucrania de no ingresar a la OTAN.

Como se ve la guerra expone la miseria humana, pero lo que es más importante la dicotomía entre los gobiernos de los países y sus pueblos.