La esquina sureste de las calles Montecaseros y Beltrán de la Ciudad de Mendoza es conocida como La Esquina del Tango. Allí se encuentra una escultura en homenaje a Aníbal Troilo, el gran bandoneonista porteño. Con motivo de su puesta en valor, se llevó a cabo la restauración del monumento, que se encontraba muy deteriorado por el paso del tiempo y el vandalismo.
El proceso de recuperación de la obra estuvo a cargo del equipo de restauradores del Museo Municipal de Arte Moderno de Ciudad, MMAMM, con Cristina Sonego al mando, junto a Ana Paula Páez y Agustín Palombarini.
Las tareas incluyeron una limpieza integral de la escultura, removiéndose las pinturas agregadas, lo que permitió dejar a la vista sus auténticos colores. También, se reconstruyeron las partes faltantes de la obra para recuperar su clásica fisonomía y características originales.
Este monumento fue inaugurado en 1992, en coincidencia con la inauguración del Plan de Remodelaciones del Área Fundacional. El mismo está hecho de hierro y cemento, con medidas de 2,50 m de altura por 1,50 m de ancho, y es obra de Emilio Francia, muy conocido por tratarse del hermano del músico y pionero del nuevo cancionero cuyano, Tito Francia.
Fue erigido por la iniciativa de un grupo de vecinos y de una agrupación de aficionados al tango con la intención de disponer de un elemento evocativo para conservar en la memoria popular la cultura del tango vivida en el siglo pasado en la Cuarta Sección.
Su ubicación obedece a que en las cercanías existió por muchos años un mítico café arrabalero, desaparecido en la década de 1960. La actividad tanguera que se desarrollaba originalmente en aquel antiguo lugar fue el motivo por el cual se designó a la intersección de calles Montecaseros y Beltrán como La Esquina del Tango.