La reciente visita del presidente ucraniano Volodímir Zelensky a la Casa Blanca pasará a la historia como uno de los episodios más bochornosos de la diplomacia internacional. Lo que debía ser una reunión bilateral clave para el futuro de Ucrania terminó en un espectáculo de acusaciones, gritos y falta de respeto por parte de Zelensky hacia el presidente estadounidense, Donald Trump, y su equipo.
El intercambio en el Salón Oval fue captado en vivo por los medios y reveló la creciente tensión entre Trump y Zelensky. Durante la reunión, el vicepresidente JD Vance enfatizó la necesidad de una solución diplomática al conflicto en Ucrania, solo para recibir una respuesta airada por parte del líder ucraniano. En lugar de adoptar una postura negociadora, Zelensky desafió abiertamente a sus anfitriones, interrumpiendo a Trump y exigiendo más garantías de seguridad para su país.
La respuesta de Trump fue contundente: “No nos digas lo que vamos a sentir. No estás en posición para dictar lo que vamos a sentir”, enfatizó, marcando cada palabra con la determinación de un líder que no se deja manipular. La insistencia de Zelensky en mantener una postura beligerante, exigiendo más recursos y apoyo sin demostrar gratitud por la ayuda recibida, llevó a Trump a recordarle la dura realidad: Ucrania está perdiendo la guerra y depende completamente del respaldo estadounidense.
Vance intervino con una pregunta que resonó con fuerza: “¿Alguna vez dijiste gracias?” Un cuestionamiento legítimo considerando que Estados Unidos ha proporcionado miles de millones de dólares en asistencia militar a Ucrania. En lugar de reconocer el sacrificio de sus aliados, Zelensky optó por adoptar una actitud desafiante, lo que finalmente llevó a Trump a expulsarlo de la Casa Blanca.
El mandatario estadounidense no perdió la oportunidad de reforzar su postura en su plataforma Truth Social: “He determinado que el presidente Zelensky no está listo para la paz si Estados Unidos está involucrado, porque siente que nuestra participación le da una gran ventaja en las negociaciones”. Con estas palabras, Trump dejó claro que su administración no permitirá que Ucrania manipule a Estados Unidos para prolongar un conflicto que ha desgastado a los contribuyentes estadounidenses.
La reacción de la Casa Blanca fue inmediata y estratégica. La reunión con Zelensky se canceló por completo, incluido un importante acuerdo para la extracción de minerales en Ucrania. Mientras tanto, los aliados europeos del líder ucraniano trataron de mitigar el daño con mensajes de apoyo, pero la realidad es innegable: Zelensky ha perdido un respaldo clave en Washington.
Ucrania ya perdió, pero ¿Quién va a ganar?
La pelea expuso no solo el deterioro de las relaciones entre ambos países, sino también la arrogancia de un líder que parece incapaz de reconocer sus limitaciones. Al insistir en un enfoque inflexible y poco diplomático, Zelensky ha debilitado aún más la posición de Ucrania en el tablero geopolítico. Con la creciente influencia de Trump y su escepticismo respecto al involucramiento de Estados Unidos en la guerra, el futuro de Ucrania parece más incierto que nunca.
Al mismo tiempo el descontento entre la población ucraniana crece exponencialmente como consecuencia de los problemas del suministro eléctrico, el ajuste del gasto social y la sistemática presión por reclutar ciudadanos de a pie para que mueran en el frente, las deserciones se suman en decenas de miles.
La desmoralización de las tropas ucranianas está en su pico más alto, batallones enteros desertan o critican abiertamente a sus mandos, algo que no ha pasado desapercibido en Moscú. El ejército ruso se está “llevando por delante” la línea del frente Ucraniano. Todos los días conquista ciudades y pueblos corriendo la línea de confrontación cada vez más cerca de Kiev.
Zelensky podría haber acordado la paz en 2022 cuando Putin esta dispuesto a evitar una guerra, pero siguió las recomendaciones de los líderes europeos, centralmente de Boris Jonson, parece no haber tomado nota de ese grosero error y sigue insistiendo en un camino que solo beneficia a los intereses Británicos y Franceses, pero que no tiene condiciones ni económicas ni militares para rescatar a Ucrania y mucho menos derrotar a los herederos del ejército rojo.
La realidad es que Vladimir Putin aparece como el principal ganador, sin duda en el plano bélico, pero centralmente en el geopolítico, pues Rusia a sorteado exitosamente los bloques comerciales reforzando su economía. Desde que EEUU dio un giro en las relaciones con el Kremlin los bonos soberanos rusos han experimentado un alza considerable y distintas capitales están preparando su retorno a las tierras eslavas del norte.
Trump quiere pagar la factura del gasto que insumo el apoyo a Ucrania quedándose con los recursos minerales de Ucrania, que no tiene posibilidad alguna de explotar, algo que no le cae muy bien a británicos y francés, que hablan en nombre de Europa.