Alfredo Cornejo será el nuevo gobernador de la provincia de Mendoza y nuevamente estará a prueba.

En el período 2015-2019 demostró su capacidad para alinear a todos los sectores opositores hasta su triunfo y desbancar al peronismo. Un primer gran golpe contra el partido ejecutor de la política de Cristina Kichner en Mendoza. Desde su asunción en diciembre de 2015 construyó una gestión sólida sobre la base de reformas, medidas económicas y políticas.

El próximo gobernador siempre tuvo una característica: la concentración del poder. En su mano quedó el dominio de la justicia y mayorías propias en la legislatura. Por estos motivos no debe extrañar el 54% con el que Rodolfo Suárez mantendría el dominio radical de la provincia en 2019.

Ahora deberá demostrar que es capaz de renovar un poder limado por la gestión y por la disgregación de su fuerza antagónica, el peronismo kirchnerista. El descontento social y el desbarajuste económico son el telón de fondo de este nuevo acto en la obra de Alfredo Cornejo. En el horizonte inmediato deberá resolver la pérdida del quórum propio en el senado si es que va a repetir el método de su primera gestión dónde parlamentarizó todas las medidas de gobierno. Otra variante es que refuerce el gobierno, concentrando poder en el ejecutivo y remarcando sus rasgos personalistas. Esta opción, que parece más a mano, es la que más riesgo entraña. Es su talón de Aquiles frente a la crítica de todos los sectores opositores.

¿Una nueva oposición?

La gran incógnita es si Omar Demarchi, de muy buena elección, logrará contener la tropa de La Unión Mendocina. Sobre todo sus parlamentarios, clave para mayorías y quórum. Su 30% es un gran capital para la constitución de una oposición seria. Finalmente se vota cada dos años. Su límite más fuerte se expresó en su insistente muletilla de “resolver juntos” los problemas. Puede sonar bien en un momento de descrédito en la política, pero habla de un dirigente con poca profundidad a la hora de presentar un plan económico para el desarrollo de Mendoza, sobre todo para la resolución de los problemas más urgentes. Corre el riesgo de verse desmembrado entre la colaboración con el oficialismo y la estructura, muy golpeada y en crisis, pero estructura al fin del peronismo. La inclinación que tome cada referente local o legislativo está determinada por su procedencia entre otras cosas.

En este cuadro todos miran la elección nacional, que condicionará fuertemente el reordenamiento del mapa político provincial. Un triunfo de Sergio Massa puede ser un punto de rearmado del peronismo, cada vez más alejado de CFK y por lo tanto una presión a la Unión Mendocina para colaborar con el oficialismo radical. Por el contrario, un triunfo de Javier Milei puede ser un punto de apoyo para la fuerza de De Marchi, particularmente en su estructura. Cualquier camino no está libre de fricciones y desencantos.