Mendoza Diario

Congreso: la libertad de Milei se parece a una democracia de infantería.

Columna de opinión de Violeta Armando sobre los hechos acontecidos en la movilización de jubilados en el congreso
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Mientras el Congreso tenía una caótica sesión, las inmediaciones del recinto se convirtieron en un escenario de brutal represión. Jubilados, trabajadores de prensa, sindicalistas y manifestantes que exigían respuestas fueron reprimidos con balas de goma, gases lacrimógenos y detenciones arbitrarias en un operativo coordinado por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.

El despliegue policial no solo tuvo como objetivo dispersar a quienes protestaban pacíficamente, sino también condicionar el debate legislativo. La diputada del Partido Obrero en el Frente de Izquierda, Vanina Biasi, fue testigo directo de este despliegue y denunció que la Policía Federal le impidió ingresar al Congreso cuando intentó volver al recinto tras solidarizarse con los manifestantes. «La policía de Bullrich no solo no me dejó volver a ingresar, sino que impidió que atraviese el cordón mientras veía cómo se llevaban detenida a gente que no estaba haciendo absolutamente nada, solo vino a apoyar a nuestros jubilados y trabajadores», denunció.

Esta es la «libertad» según Milei.

Bajo el gobierno de Javier Milei la libertad, vociferaba continuamente, parece estar reservada solo para los capitales financieros. Las imágenes de jubilados golpeados, un fotoperiodista herido de gravedad y más de 60 personas detenidas ilegalmente revelan la naturaleza de una gestión que, lejos de garantizar derechos, se aferra al uso de la fuerza para acallar el descontento social.

Biasi fue tajante al respecto: «Todo el Congreso estaba absolutamente cerrado y no había posibilidad de ingresar por ninguna de las puertas. Parece que rige un estado de sitio en el Congreso y sus inmediaciones, ante un pueblo que se levantó cansado de tanto hostigamiento y ajuste». Sus palabras no son una exageración; el operativo policial se extendió a lo largo de la jornada, con nuevas detenciones y una escalada represiva que incluyó el ataque a un fotoperiodista con un cartucho de gas lacrimógeno lanzado directamente a su cabeza. Pablo Grillo, la víctima de este ataque, fue trasladado de urgencia al hospital Ramos Mejía, donde fue sometido a una cirugía por la gravedad de sus heridas.

Represión y montajes.

Lejos de asumir responsabilidades, el gobierno nacional intentó instalar una versión distorsionada de los hechos. Patricia Bullrich aseguró que Grillo se encontraba detenido, una información completamente falsa que buscó deslegitimar el brutal accionar de las fuerzas de seguridad. Además, se viralizó un video en el que se observa a un agente de la Policía Federal colocando un arma en la escena de la represión, un montaje clásico de los manuales de criminalización de la protesta social.

La diputada Biasi también denunció la violencia dentro del recinto parlamentario. «Finalmente pude entrar una vez que lograron levantar la sesión a partir de ir a buscar a trompadas a los diputados Zago, Pagano y Bonacci, buscando evitar el tratamiento de los emplazamientos para que se reúna la comisión de juicio político y reafirmar las autoridades de la misma, además del emplazamiento de las facultades delegadas del DNU 70/23 a Milei», relató.

El saldo de la jornada del 12 de marzo no deja dudas: un Congreso cercado por la policía, una diputada impedida de ingresar al recinto, manifestantes detenidos sin causa, un periodista en estado grave y un gobierno que responde con balas y gases lacrimógenos. La «libertad» de Milei, en los hechos, se parece cada vez más a una «democracia de infantería».

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