Que la economía Argentina atraviesa uno de sus peores descalabros de la historia, no es novedad. Lo sorprendente es que cuando parece que tocamos fondo, no nos equivocamos. Ha quedado en evidencia que siempre se puede caer más abajo.
La política económica del gobierno de Sergio Massa y Cristina Fernandez de Kichner ha agotado los recursos de crédito financiero del estado nacional, incluyendo las deudas intra estatales que han colocado a la ANSES al borde de la quiebra. La continuidad de esa política ha sido acelerar el ritmo de endeudamiento vía aumento de las tasas de intereses de las letras y una consecuente emisión monetaria descontrolada. Esta “bicicleta” está tocando fondo y la maquinita parece haber comenzado a imprimir billetes del monopoly.
Según un estudio de la fundación Mediterránea, presidida por el economista estrella de Patricia Bullrich, Carlos Melconian, la base monetaria se viene duplicando en lapsos de menos de tres meses. Sin lugar a dudas una presión inflacionaria brutal, que al mismo tiempo acicatea los dólares paralelos como forma de buscar cobertura.
¿Un corralito de pesos es la solución a la inflación?
Esta tendencia se va a profundizar porque los plazos fijos ya no significan una alternativa para cubrirse de la inflación. Estos representan 2,85 veces el total de la base monetaria en septiembre. A su vez los bancos utilizan los fondos de los ahorristas para otorgar préstamos o comprar letras del estado nacional, las famosas “Leliq”. Estas representan, en capital e intereses, más de tres veces del dinero circulante.
Las presión sobre el dólar coloca la situación al borde de una hiperinflación.
Entonces ¿Qué ocurre si todos los ahorristas fueran al mismo tiempo a retirar su dinero? Los bancos deberían entregar el dinero físico o en forma virtual que hoy solo es un asiento contable, la respuesta es que no existe circulante para dar respuesta a esa demanda.
La contra parte es la caída, casi sin fin, de las reservas del central. La sequía golpeó fuerte la exportación del campo, reduciendo notablemente uno de los pilares para cosechar dólares, se utilizó parcialmente el Swap chino y también parte de los encajes bancarios. El resultado es que tenemos un banco central en rojo. El efecto inmediato es las dificultades y extensión de plazos para las importaciones.
Esta situación ha forzado a los especialistas a analizar alternativas para evitar una estampida de ahorristas hacia los distintos dólares informales. A fines de 1989 Argentina atravesó una situación similar. Las medidas de ese momento son las que se barajan en los equipos económicos de los presidenciables
Desde enero de 1990 se aplicó el “plan bonex” de Erman Gonzalez. Este establece que todos los capitales en plazos fijos se convierten en bonos del estado nacional en dólares. Hoy podrían ser los AL o GD. Una medida confiscatoria que no despierta mucha simpatía, pero aparece como la solución más a mano para desactivar la bomba de Leliq y cristalizar la enorme ganancia de los bancos en los últimos años.
Recesión
Al mismo tiempo se profundizan las tendencias recesivas de la economía argentina. La retracción del PBI es un hecho. Luego de estar estancado por más de 10 años, se calcula una caída para 2023 de entre un 3 y 4%.
El nivel de endeudamiento de las familias y particularmente de las tarjetas de crédito viene creciendo sostenidamente, al mismo tiempo que los salarios de los trabajadores formales, unos 6 millones, retrocede frente a la inflación un 10-15%. Entre los trabajadores informales, otros 6 millones, esta caída es muy pronunciada y se ubica en el orden del 35%.
La actividad económica está cayendo. Las ventas mayoristas y minoristas, tomadas integralmente, retroceden. Distintas actividades mostraron un pequeño crecimiento, pero el campo, la minería y manufacturas se desplomaron. La caída en la demanda de empleo formal cierra el cuadro.
Las exportaciones han caído tanto en volumen como en precio. Esta caída se vio potenciada por la sequía, pero es parte de un fenómeno global que ya afecta a países centrales como Alemania o a Colombia en nuestro continente. El Mundo comienza a desacelerar y la recesión parece algo como inevitable.
¿A dónde vas Argentina?
La convergencia de la inflación y la recesión se conoce como estanflación y los síntomas en nuestro país son múltiples. Más allá de datos estadísticos y números, esto plantea un escenario dramático para los miles de comerciantes, sobre todo los mas pequeños, para las familias que dependen de esos puestos de trabajo.
Sin ser especialista en economía el lector puede darse cuenta de la fragilidad de la economía argentina y lo que es más importante: la inviabilidad para resolver los problemas cotidianos de la gente con las recetas en danza. Mantener un ajuste “gradual” como el de Sergio Massa es seguir por donde venimos. La dolarización que propone Javier Milei, sin dólares en las reservas, es descargar sobre el vecino de a pie el financiamiento de esa aventura.
La gran pregunta es: ¿Tiene fondo nuestro país? Por el momento solo Fondo Monetario Internacional.
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