El precio de la carne vacuna sigue en una escalada imparable, golpeando el bolsillo de los argentinos que ven cómo su acceso a este alimento se vuelve cada vez más difícil. En los últimos días, la Cámara Argentina de Matarifes y Abastecedores (CAMYA) reportó un nuevo incremento, sumándose al 15% registrado a comienzos de febrero. La frustración de los consumidores crece, mientras que los comerciantes deben lidiar con un mercado cada vez más incierto.
La suba reciente fue del 9,02% en promedio, con un pico del 21% en algunos cortes. Especialistas atribuyen este ajuste a diversos factores, como las lluvias en regiones productoras, el retraso en los aumentos acumulados y la baja en la oferta de hacienda. El panorama no es alentador: advierten que los precios podrían seguir subiendo.
Los valores actuales en carnicerías reflejan la gravedad del problema:
- Nalga Milanesas: $12.900 (+14,6%)
- Tapa de Asado: $9.350 (+11,9%)
- Vacío: $14.900 (+3,48%)
- Lomo: $16.699 (sin variaciones)
- Peceto: $14.499 (sin variaciones)
- Bola de Lomo Milanesas: $11.300 (+21,9%)
- Paleta: $8.999 (+12,5%)
- Palomita: $8.999 (+13,1%)
- Cuadril: $12.900 (+20,5%)
El impacto de la inflación en los precios de la carne es innegable: en el último año, el precio de la carne vacuna subió un 88%, mientras que la inflación general fue del 117,8%. Este aumento ha llevado a muchos consumidores a modificar su dieta, optando por el pollo en lugar de la carne vacuna. En 2024, el consumo per cápita de productos avícolas alcanzó los 49,3 kg, superando por primera vez en la historia los 48,5 kg de carne bovina.
Argentina, históricamente reconocida por su alto consumo de carne, atraviesa un cambio de hábitos alimenticios forzado por la crisis económica. Hace 28 años que no se registraban niveles de consumo tan bajos, lo que marca un retroceso significativo respecto a épocas anteriores. Sin embargo, el país sigue siendo uno de los mayores consumidores de carne a nivel mundial, con un total de 115 kg por persona al sumar todas las categorías (bovina, aviar y porcina), solo por detrás de Estados Unidos.
Mientras los precios no encuentran techo, la indignación crece en la sociedad. La incertidumbre económica y la pérdida del poder adquisitivo dejan en evidencia un problema estructural que afecta a millones de argentinos que ven alejarse, cada vez más, la posibilidad de llevar carne a su mesa.